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El regalo más sabio (storytelling)

Actualizado: 2 ago

(La mejor herencia no es tratar de ser todo para nuestros hijos, sino que ellos tengan todo lo mejor posible).

Familia con hijos jóvenes.
Familia con hijos jóvenes.

María y Andrés eran padres amorosos, dedicados y presentes. Como muchos, soñaban con darles lo mejor a sus hijos: amor, salud, educación, valores y un futuro brillante. Querían ser los pilares firmes sobre los que sus pequeños construyeran sus vidas. Desde que nació su primer hijo, Tomás, se comprometieron a ser más que papás. Querían ser también sus maestros, sus médicos de cabecera, sus entrenadores, sus psicólogos y sus guías de vida.

—“¿Para qué llevarlo a clases de arte si yo puedo enseñarle a dibujar?” —decía Andrés, mientras trataba de recordar lo que aprendió en la secundaria.

—“¿Y si lo oriento yo sobre su vocación? Yo conozco bien a mi hijo, sé lo que le conviene” —decía María, confiada, cuando Tomás se acercaba confundido sobre qué carrera elegir.

—“¿Nutriólogo? Mejor lo cuido yo, en casa comemos bien” —decidían juntos, sin sospechar que detrás de algunas señales físicas había algo más profundo.

Poco a poco, con la mejor intención, comenzaron a asumir roles que en realidad, no les correspondían. Con el tiempo, notaron que Tomás se sentía presionado, confundido y, en ocasiones, frustrado. No porque no lo amaran, sino porque intentaban darle todo desde un solo lugar: ellos mismos.

Un día, tras una conversación difícil con su hijo, María y Andrés tuvieron una revelación:

—“Queremos ser todo para él… pero quizás lo que necesita es que seamos solo lo que mejor sabemos ser: sus padres.”

Ese fue el punto de quiebre. Decidieron dar un paso atrás en algunos aspectos, y un gran paso adelante en sabiduría: buscaron especialistas. Un orientador vocacional con herramientas y experiencia ayudó a Tomás a descubrir su pasión. Un coach lo acompañó en su desarrollo personal. Un psicólogo lo ayudó a gestionar sus emociones. Un médico deportivo lo guió para mejorar su salud.

Entonces comprendieron algo profundo: la mejor herencia no es intentar ser todo para nuestros hijos, sino asegurarnos de que tengan lo mejor en cada área de su vida, aunque no venga de nosotros.

María y Andrés no perdieron su papel, lo engrandecieron y lo hicieron mucho más efectivo. Se convirtieron en los padres que saben cuándo amar con presencia y cuándo guiar con humildad. Y Tomás, agradecido, creció sabiendo que sus papás no intentaron ser perfectos, sino sabios.

Porque ser padre no es hacerlo todo, sino darlo todo… incluso la decisión de dejarse ayudar.


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